martes, 4 de marzo de 2008

La weba, la weba, la maldita weba....

Desde que tengo uso de razón, la weba ha sido mi compañia, junto a un insomnio infantil que despues se convirtio en un estado nocturno permanente. A mi cuerpo le vale si me duermo a las cuatro de la mañana porque bien puede andar un par de horas despues.

Pero esto de la weba siempre ha sido un problema. Por mas que me dijeron que tenia toda la capacidad del mundo, nunca hacia mis tareas. En noveno grado dejé de copiar clase porque se me antojó escribirle una carta de 30 paginas a una amiga. De puro milagro nunca dejé grado, aunque siempre la soqué con las notas.

Ya en la universidad, empecé bien, pero de ahi me dio la weba de ir a clase, y mejor me iba a la playa, al cine, o por ahi. Hubieron materias en las que practicamente nunca llegué. Pero como a pesar de la weba, desde que empecé la U me puse la meta de graduarme con honores, siempre tuve notas aceptables.

El ciclo pasado fue una tortura física, emocional y psicológica, porque me faltaban dos puntos en el cum para graduarme con honores, y para lograrlo me tenia que sacar 10 en todo. Hubieron caras de lastima y gente que me dijo que no lo iba a lograr. Pero ahi la weba se fue de vacaciones, y logré sacarme 10, y ahora ya en abril me graduo con honores.

Y siempre con lo mismo...toda la gente me dice lo mismo. "Que tengo mucha capacidad", y ahora con esa meta superada, creo que realmente ya me la creí. Pero sigo teniendo weba, pero ahora siento que me pesa más.

Por lo que he pensado hacer de este blog un escenario tecnologico interactivo para poner todos los adelantos en mis metas, desde las más pequeñitas hasta las grandes.

No se si seré yo la única con la dificultad para lograr cosas, que vive soñando despierta con todas las cosas que quiere hacer en la vida, y con miedo a nunca realizarlas. Lo que si sé es que todas las personas tienen la capacidad, lo dificil es ver esa capacidad en uno mismo. Yo no creo en las metas ridiculas, sino no hubieran tantas cosas maravillosas en este mundo. Por lo menos eso si sé, que mi optimismo no tiene fecha de vencimiento.

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